Aunque hablar de esclavitud en el siglo XXI parece un anacronismo, para muchos en Brasil el problema del trabajo esclavo aún se encuentra lejos de ser resuelto.
Las autoridades del país dicen que el problema no es fácil de atacar.
Los dueños de las haciendas acusadas de violar los derechos humanos, muchos de ellos "cristianos" practicantes, suelen alegar que no sabían lo que ocurría en sus propiedades.
Otros acusan a las autoridades de desconocer las costumbres de los trabajadores locales y confundirlas con abusos.
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